Hace
unos días, se expuso en los medios televisivos el tema de las antenas
microondas. Se contrasta en primer lugar un extraño mutismo por parte de la prensa escrita, y una inusual
cobertura de varios canales de televisión independientes. Cuando normalmente
debiera haber cierta paridad en los
mensajes que transmite la TV y la prensa.
Sin
embargo, los mensajes que han llegado al público han sido
ambiguos e incluyentes. Un embrollo de informaciones que no ha sido muy
útil al público. Como si hubiera una
fuerza que impide la transparencia de información. No debiéramos tener interés en tomar una posición, que no sea la de dar con la verdad. En ese afán
en buscar evidencia sólida, objetiva, confiable, el camino es bastante sencillo. Toda persona (o
periodista) que se da el tiempo de leer los estudios, da con la información de
manera objetiva, basta una a dos horas de lectura de las más importantes investigaciones serias sobre el tema. Entonces no se explica
ni justifica tanto oscurantismo alrededor del tema.
El
detalle de cómo son precisamente los
mecanismos biológicos ante el impacto de
las antenas no se conocen con exactitud, y tomará varios años, décadas, para evaluar todas las
variables. La ciencia tendrá que evaluar el impacto de las radiaciones sobre el
ADN, sobre las bombas de iones en las membranas celulares, sobre la corteza
cerebral, y en su capacidad de alterar campos electromagnéticos con vida, un
trabajo vasto y extenso. Mientras los metódicos estudios siguen su lento curso,
la epidemiología de personas expuestas ya ha dado graves alertas.
La
ciencia empírica siempre corre más rápido que la ciencia de laboratorio. Si sueltas una manzana esta se cae, nadie lo
refuta, pero descubrir la ley de
gravitación le demoró miles de años al hombre, y no por eso las manzanas
dejaron de caer sobre la cabeza de la
gente. La ciencia empírica tiene además más peso que las teorías y las
hipótesis, que podrían ser manipuladas o no publicadas cuando el resultado no
es el esperado. Lamentablemente la mayor
parte de investigaciones sobre bioseguridad en antenas microondas las conducen
las mismas empresas de telefonía.
La
FDA otorga licencia a un fármaco cuando demuestra en la población que es más
efectiva que el placebo, sinla exigencia de conocer los detalles de la
bioquímica. A contrapelo podemos decir lo mismo de las antenas, en su impacto
en la población. Solo midiendo mortalidad, medir otras variables sería bastante
más complicado, las observaciones son duras, son cuantificables y no obedecen
al azar. Tienen el rigor de ser estudios sobre poblaciones en doble ciego,
donde ni los pacientes ni los médicos sabían de la variable radio frecuencias.
Galileo
una vez dijo, “la naturaleza no se preocupa jamás que sus modos de actuar sean
accesibles a la capacidad de pensar del hombre, ella actúa inexorable” Podemos
añadir, que no importa si crees o no
crees en la radiación, el resultado es siempre el mismo.
Es
triste ver un hombre con inteligencia prestada, cuando hay un hilo de oxígeno entre el
sueldo y la consciencia. La libertad a pensar con inteligencia y
autonomía es el tesoro más grande, y ningún hombre o mujer lo debe sacrificar.
Tal es el caso de los empresarios que desarrollan consciencia corporativa y no una consciencia
que busca la verdad. Como abogados a sueldo defienden a ultranza a su empresa.
Existen
dos tipos de persona; los que trabajan para el jefe, y los que trabajan para la
Madre, nos interesa trabajar con cariño para la Madre, para la Pachamama. Y si
nuestro jefe no trabaja para la Madre, entonces será necesario conversar con él
o buscar otro trabajo. Por qué si vives sin respeto y humildad hacia la Madre,
algún día sentirás las leyes naturales de la naturaleza, y son efectivamente
inexorables.
Creo
sinceramente que no siempre se contamina la información con alevosía. Por
ejemplo, cuando editaba el libro La Gran
Revolución de las Grasas, pedí la consultoría de un ingeniero químico
especializado en refinación de aceites, quería que verifique toda la
información en el libro, para no publicar algo que no honre la verdad. Hizo el
trabajo, me ayudo a perfeccionar varios puntos, un experto que conocía el tema
al dedillo. Luego en un momento de lucidez
y humildad me confesó que nunca
pensó que estos aceites podrían ser dañinos a la salud. Inexplicablemente la
variable salud y nutrición no entraba en sus códigos mentales. Aun cuando
problemas de salud y consumía regularmente margarina. ¿Será posible que el
ingeniero eléctrico, tan afanado y absorto en sus ecuaciones mentales, esté
cegado al efecto de las antenas sobre su
pueblo? Muchos científicos y la ciencia que producen, son brillantes
desde su cerebro izquierdo, pero carecen
de sabiduría.
Otra
variante de complicidad es el silencio, el grupo El Comercio, quien ahora
domina el 77% de la prensa escrita, algo que no debe de
permitir un país democrático, decidió
casi no abordar el tema de las antenas.
Sin embargo, este periódico, ejerce el sofisma, publica un recuadro
interesante. El 21 de septiembre de 2013 en el periódico del domingo aparece:
CELULARES
"Una investigación
realizada por la Universidad de South Florida de EEUU dio a conocer que las
ondas electromagnéticas de los celulares tendrían efectos positivos en el
cerebro de las personas con Alzheimer. La noticia abre puertas a
revolucionarios tratamientos."
Este
estudio de la USF, fue realizado en ratas, solo demostró que las placas de Beta
amiloide, que son proteínas que se enredan y apelmazan por razones que no
conocemos, fue inhibido por la radiación de celular. La formación de estas
placas es una de las hipótesis del Alzheimer, pero inhibir su formación no
es equivalente a concluir que promete
prevenir o remediar el Alzheimer. Esta conclusión, aparece como
una isla dudosa, contradictoria y conspicua, en contraste con el océano de múltiples
investigaciones que alertan los peligros de los celulares sobre la corteza
cerebral, sin embargo, por alguna extraña coincidencia este periódico lo divulga. Publica el dedo e ignora el sol.
Las
ciudades de Latinoamérica pululan bajo una telaraña de microondas invisibles,
la incidencia de neoplasias y enfermedades degenerativas, son la modalidad de
patología moderna que viene consumiendo
la humanidad, tal como lo fueron las plagas en el medioevo. Urge detener el
fenómeno endémico, hay que buscar las causas, sería pertinente hacerlo con honestidad y valor, sin mutismo, sin ceguera
y sobre todo sin la excusa de la ignorancia, el pretexto de aun no hay
evidencia. Mi deseo es que tengamos derecho a una muerte digna, tan natural
como ir a dormir, y no una que pase por el trance de la moderna tecnología.
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